Mi madre oye la radio todo el día. La suele tener puesta en
la cocina, a todo trapo porque también tiene ahí metiendo ruido a dos o tres
pucheros o sartenes al fuego y el extractor conectado.
La radio suena por encima. La radio sobresuena el follón de
la cocina.
Mi madre va acabando de cocinar: apaga un fuego, apaga otro,
apaga el extractor y queda solo la voz del locutor de turno dando las noticias,
por ejemplo, a grito pelao. Entoces ella grita aún más que él; grita que
vayamos a la cocina. Entramos, nos sentamos cada uno en nuestro sitio en la
mesa. Esa mesa ha viajado con nosotros de casa en casa y, quinientos kilómetros
más para allá, cinc-cents quilòmetres més cap aquí, la colocación de la familia
en esa mesa a la hora de comer ha sido y será siempre la misma, tan exactamente
la misma que me he llegado a preguntar si no será esa colocación a la mesa el
concepto ‘Familia’ en sí; y si no serán todas las familias, tristes o felices, iguales,
igual que distintas son todas las mesas de las cocinas.
Nos sentamos, digo, y siempre hay alguien que suelta ¡la
radio, mamá! Y mi madre responde ay, sí, es que ni la oigo. Ni la oye pero
inmediatamente la apaga, se sienta, y se pone a cantar noticias, canta y come, come
y comenta. Y nosotros vamos también comiendo y diciendo ah, ¿sí?, sí hombre…, ¡anda
ya!, a todo lo que mi madre cuenta que no ha oído por la radio en la cocina.
Mi madre últimamente a veces se sienta a escuchar la radio
de la cocina. Yo no lo he visto pero me lo ha contado. Primero me cuenta que lo
hará cuando me llama para preguntarme a qué hora salgo, y luego me cuenta que
lo ha hecho cuando me llama para decirme que muy bien. Esto pasa cada vez que
voy al Cabaret Elèctric, de iCat FM, esa emisora que ahora amenazan con retirar
de las ondas para dejarla solo por internet.
Cuando me he enterado de esta última amenaza, primero me he
preguntado qué harían con el FM del nombre; luego he pensado que ya era esto el
futuro: todo por internet; y para terminar me he imaginado que va a ser un poco
difícil que mi madre lo entienda.
Nada, que se va a cabrear, mi madre, porque ella oye la
radio en la cocina y a veces lo hace sentada en SU sitio de la mesa, reproduciendo
un poco, aunque esté sola, EL concepto Familia. Y si ahora se tiene que ir al
despacho a encender el ordenador para escuchar a la nena hablando de libros en
el Cabaret Eléctric de iCat FM, mientras el resto de las emisoras puede seguir
escuchándolas en la cocina como le gusta a ella, en familia aunque no esté la familia, pues va a pensar que es un
supertimo esto del futuro o que alguien está haciendo las cosas fatal. Y va a
tener toda la razón.