diumenge, 7 de novembre del 2010

Esta mañana he ido a ver a CaixaForum una exposición de arte español de los 50 y 60. "Humano, demasiado humano", le han puesto de título, en referencia al libro de Nietzsche. Cogida por los pelos totalmente, esta relación. Explican que como este libro fue el que denotó la brusca ruptura de Nietzsche con el Romanticismo, el título le iba al pelo a la expo porque también las obras expuestas -de Saura, de Tàpies, de Picasso...- rompen radicalmente con todo lo anterior. Blandir este argumento de "a Nietzsche lo que es de Nietzsche" es como no blandir absolutamente nada, y créanme que el gesto de blandir si no se está blandiendo nada resulta de lo más ridículo. Inténtenlo delante del espejo y verán: parecerán unos travoltas bailando sin música en el lavabo de su casa.

Saliendo de Casarramona, después del regustillo a fiasco que me ha dejado la exposición, he entrado en la tienda y me he ido con "Humano, demasiado humano", el libro entero en dos volúmenes y no sólo el título debajo del brazo. He llegado a casa, he comido con mi vecino, he subido a mi piso y me he puesto a leer. Dos horas después ya había conseguido reafirmarme en que la gente se toma muy a la ligera esto de coger un título de aquí y una idea de allá para intentar darle una cierta unidad o un cierto sentido a cosas que, por sí mismas, no lo tendrían tanto.

Entonces he pensado en el Papa, ¿qué le voy a hacer? aún no se ha ido... El Papa hoy ha hecho algo peor que coger un título y ponérselo por solideo; el Papa, lo que hoy ha hecho, ha sido coger un algo que suena bien y que puede gustar a un sesenta por ciento de la población por lo menos, para presentarlo como idea suya, o sea, de la Iglesia, de la Iglesia de ahora, más concretamente (la Iglesia de antes -ay, la Iglesia de antes...- no pensaba así). El Papa ha dicho en su homilía en la Sagrada Família: "la Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización".

Vamos a jugar.

"El Partido Socialista aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer pueda encontar en el hogar y en el trabajo su plena realización".

"El Partido Popular aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer pueda encontrar en el hogar y en el trabajo su plena realización".

Sí, suena más creíble en un contexto de mítin socialista. Una vez comprobado esto, me pregunto:
¿Qué hace el Papa haciendo política en una homilía? O peor: ¿qué hace el Papa haciendo política socialista en una homilía?

Es igual, el caso es que la ha hecho. Y ¿han visto ustedes cómo haciéndola se ha sacado de la manga y ha hecho suyo (de la Iglesia) el anhelo de algo que desde hace unos años se viene reclamando como derecho fundamental?

Creo que no descubro nada si digo aquí que todo está cortado siguiendo el patrón de la mismiiiiita demagogia con la que los políticos diseñan sus promesas preelectorales. Piensen por ejemplo en los "queremos asegurar el bienestar de los jubilados y para eso vamos a subir las pensiones" y similares que van saliendo de vez en cuando en los periódicos.

Lo que está claro también es que las alusiones a la fe, a la que tanto se acudía en los sermones (en los de antes, cuando todavía los sermones no necesitaban acudir a la política, digo), ha desaparecido bastante del mapa. Y es que a lo mejor (y se me ponen los pelos de punta escribiendo esto) la Iglesia ha caído en que Nietzsche que, ahora sí, viene a cuento, no estaba tan equivocado cuando afirmaba en (qué casualidad) "Humano, demasiado humano": "El pensamiento profundo puede estar muy lejos de la verdad. Si del sentimiento profundo se descuentan los elementos del pensamiento mezclados con él, queda el sentimiento intenso y éste no garantiza respecto al conocimiento nada más que a sí mismo, tal como la fe intensa no prueba más que su intensidad, no la verdad de lo creído".
Aunque ¿ha querido alguna vez la Iglesia probar la verdad de lo creído? No, creo que tampoco.

Ay, creo que hoy todo me resulta demasiado vago.



Sepan que todos los "sólo" así, acentuados, y todos los pronombres demostrativos también acentuados que han aparecido en este texto, los he escrito con la misma pasión e intención con la que me fumaré un cigarro en un bar el 1 de enero de 2011.
Les juro que me he despertado con tal vibrato interior que por un momento he pensado que me caía del caballo.
Luego he visto que no, que sólo eran los helicópteros.