Yo me eduqué en castellano. ¿Qué quieren? Es lo que se llevaba o se obligaba a llevar en Pamplona en los 70. Me vine a Barcelona poco antes del 2000. Ya ven: veintimuchos años de escolarización, universitación y entorno castellano 100%, excepto unas diez horas a la semana durante tres cursos, de entorno, digamos, 30% euskara (tirando a lo alto; pobre irakasle, mira que lo intentaba...).
Total, que llego a Barcelona. Sigo teniendo el entorno familiar castellano (mis padres y hermanos vinieron a vivir aquí también), me apunto a clases de catalán sin que nadie me obligue y decido buscarme un entorno de amistades también catalán, porque sí, por aprovechar para aprender otro idioma que me parecía asequible. Me pongo a trabajar en la Guía del ocio. La Guía del ocio está escrita en castellano y mis compañeros de trabajo, catalanes la mayoría, me hablan siempre en castellano. Al cabo de unos años me voy a trabajar a Barcelona Televisió; a un programa de libros. Uno de los colaboradores fijos habla en castellano -¡habla de El Quijote en castellano!- todas las semanas, en directo. Al cabo de unas temporadas, nos vamos todos a trabajar a TV3, otro programa de libros. El realizador es un señor de Bilbao que habla en castellano. Sigue en el equipo el colaborador fijo que hablaba de El Quijote en Barcelona Televisió. A menudo hacemos las reuniones en castellano.
Yo, con este entorno que les he definido -familiar 100% castellano y laboral y de amigos pongámosle un fifty-fifty catalán-castellano-, para ese momento en TV3, leía ya en catalán, hablaba fluidamente en catalán, me comunicaba en catalán a diestro y siniestro, sin esfuerzo con todo interlocutor catalán que se me pusiera delante.
No me ha dado por escribir -digo escribir de Escribir no de mandar mensajes o apuntar cosas- en catalán porque me produce pudor, igual que me produce vergüenza ajena a veces leer ciertas cosas "Escritas" en castellano por gente que fue escolarizada en castellano.
Lo que quiero decirles es que ser escolarizado en un idioma no implica la imposibilidad de dominar otro, igual que ser inteligente en un idioma no implica la imposibilidad de serlo en otro.
Lo que quiero decirle, señora, es que si su niño no es tan listo en catalán tampoco lo será en castellano ni en chino.
No, en realidad, lo que quiero decirle, señora, es que usted es la imbécil, perdón, la no tan lista, utilizando así a su niño como peón en sus partidas rabiosas contra yo qué sé qué miedos y qué estímulos chusqueros propagandísticos que debe de haber recibido por ahí, desde cualquier emisora de radio. Y que, por si no se ha dado cuenta, usted no está defendiendo el derecho de su hijo a aprender un idioma sino que usted, con sus manías, está intentando privar a su hijo de la posibilidad de aprender dos desde pequeño.
Eso quería decirle, señora.