Perdonen el asuntillo privado pero tengo que decirles cómo estoy: estoy cabreada porque me muero de sueño pero no quiero ir a dormir. ¿Les suena esta sensación de cuando tenían más o menos 2 ó 3 años?
Yo la última vez que me sentí así fue exactamente el 7 de julio de 1987, a las 4.30h. de la madrugada: tenía 14 años, después de largas negociaciones había conseguido por primera vez en mi vida que mis padres me dejaran quedarme de farra hasta después del encierro. Sin embargo tenía que rendirme a la evidencia de que se me cerraban los ojos y lo mejor era claudicar y tirar para la cama. Diré en mi favor que llevaba en la calle desde la mañana del día anterior, desde un par de horas antes del Txupinazo.
Y ahora les diré por qué hoy, de nuevo, estoy así: Xavier me ha regalado un libro que tenía guardado para mí desde julio: "Menos que palabras", de Ángel Gabilondo. Y me lo ha regalado por dos cosas: una, porque en la portada sale una imagen de una pintura antiquísima de un nadador zambulléndose en el agua y, dos, porque el primer capítulo se titula "Aprender a nadar" (con los subtítulos: "El final del nadador", "El mar del aprender", "Espacializar la duración", "El cuerpo a nadar" y "El deseo del nadar"). ¿Ven el link?. Y yo ahora, claro, me quedaría hasta las tantas leyendo sin embargo tengo que rendirme a la evidencia de que se me cierran los ojos y lo mejor es claudicar y tirar para la cama. Diré en mi favor (yo siempre tengo algo que decir en mi favor) que llevo en danza desde las 7.30h. y que hemos hecho un PROGRAMÓN redondo, de esos en los que todo encaja, el invitado se pone a cantar, la especialista en clásicos lo borda, la dibujante casi se pone a aplaudir y, encima, clavamos el tiempo de duración.
Gràcies Xavier!