Cada vez que alguien le dice a un escritor "escribes muy bien", se produce un holocausto gatuno.
... es como si al final de la última contrarreloj, en la que hubiera doblado a los tres ciclistas que habían salido antes que él, Induráin llegara a la meta, se bajara de la bici, se le acercara un aficionado de aquellos que saltan a la carretera y empujan al ciclista, le diera unas palmaditas en la espalda y le dijera: "andas muy bien en bici".