divendres, 25 de novembre del 2011

Recuerdo que en Sant Joan Despí, cuando nos dijeron que iban a hacer un canal de deportes separado del 33, que quedaría dedicado a la cultura, ejem, a lo que allí se entiende por cultura, todos pensamos: yuju, no más esperar sine hora a que acabe el partido de basket para que empiece el nuestro, el de los libros. También recuerdo que eso abría la puerta a coincidir con el partido de basket, en otro canal, de pleno y que eso quería decir que solo nos estarían viendo como mucho los fieles muy fieles que tenían más de una tele en casa (si no, ganaba el basket, claro) pero que, como mínimo, no estarían mirándonos cabreados y/o muertos de sueño porque se había hecho la hora indecente que se hacía cuando íbamos después del basket.

La cosa es que, estuvieran mirando el basket o estuvieran mirando el programa de libros, la gente que miraba, miraba y escuchaba un canal en catalán.

No digo que no haga falta una reestructuración de tv3 pero ¿eliminando canales? Gimme a break (dóna'm un fre), Artur Mas, nacionalista, independentista según los gritos de sus acòlits de l'altre dia al Majestic, anda.


Va Zulma Reyo, pedagoga de la feminidad (pe-da-go-ga-de-la-fe-mi-ni-dad, sí) y suelta en la contra de hoy de LaVanguardia que el peor enemigo de una mujer es otra mujer; pero que se acabará abriendo paso la mujer interior, la esencia femenina, su modo de percibir el mundo; que las mujeres somos receptáculo, cáliz, vaso, somos hueco, un vacío; y que la mujer interior, se sabe madre de toda la creación, mira a todos como hijos.

Yo voy leyendo todo esto y voy cagándome en el gilipollas que reparte las becas de investigación. Luego llego a la parte en que Zulma Reyo contrapone este tipo de mujer vacía que tiene que aceptarse hueca, a ese otro tipo de mujer que me saca tanto de mis casillas, la que utiliza el sexo para conseguir lo que quiere, y dejo de pensar en el de las becas porque me he metido la cucharilla del café en el ojo y me he atragantado.

A mí, que una señora me diga que las mujeres utilizamos el sexo para conseguir lo que queremos/necesitamos, me suena igual que si un compañero de plantación me hubiera dicho hace 80 años que esto del algodón es nuestra naturaleza, nigga, y que utilicémoslo para conseguir que nos den un sitio para dormir esta noche, brotha.

Y que una señora me diga que somos vasija hueca en la que ir adoptando y amando a gente, cosas y animales, pues primero me toca mucho las pelotas también, por aquello del ser uno con la madregaia y su abuela, que es la madre que la parió; luego lo acabo achacando a que esta señora se ha fumado muchos porros, lo que me lleva de nuevo a volverme a cagar en el gilipollas de las becas.

Es un círculo vicioso que me aboca a la mala leche, esto de los estudios fundados o no sobre la feminidad. Porque, a ver, ¿qué lógica tiene utilizar el sexo para conseguir lo que uno quiere?, a no ser que lo que quiera sea: a) orgasmos, si lo hace por afición, b) dinero, si lo hace por profesión o c) una buena venérea, si lo hace por autolesión. Además, es que no tiene sentido: ¿qué tipo de valor añadido tiene ser mujer y aprovecharse del género cuando el mundo está lleno de mujeres? -que si fuéramos contadas, pues ya sería otra cosa-, o ¿cómo va una a aprovecharse del servicio sexual, entendido como servicio con amor exclusivo como contraprestación, si hoy día el género hombre tiene acceso al servicio sexual de cualquiera y no únicamente al de su señora esposa?

En cuanto a lo de aceptar nuestro vacío y convertirlo en una especie de centro de acogida para huerfanitos del amor de todo el mundo: yo amo a quien me sale amar, ni siquiera me lo planteo, me sale: les cojo cariño a los seres más insospechados: me hace ilusión verlos, me siento bien en su compañía y les daría abrazos todo el rato, pero ¿amor de madre? No gracias. ¿No tener la posibilidad de mandarlos a la mierda y decir ahí te quedas, guapo, guapa, esto no te lo aguanto? Mmm… tampoco.

No sé, debe de ser que tengo la feminidad amordazada, como dice Zulma Reyo al principio de la entrevista: que tengo aún pendiente el aceptar los principios de la feminidad que llevo dentro. 

Ay, ya me he vuelto a cagar en el de las becas.